lunes, 26 de septiembre de 2011

AMLO, Slim, Aristegui



Tienen en común intereses entre grandes contradicciones. Comparten una vocación caudillista y un instinto refinado para las apuestas fuertes y los golpes sorpresa. Pero sobre todo participan de una parecida voluntad de dominio y protagonismo que no se detiene ante reglas de ningún tipo. Son Andrés Manuel López Obrador, Carlos Slim y Carmen Aristegui, unidos, una vez más.


En sus campos respectivos: el político, el financiero y el político-mediático, si bien es común verlos avanzar un tramo con compañeros de viaje, más temprano que tarde tienden a quedarse con todo: todo el poder, el control total de los sectores económicos más codiciados, toda la gloria.


Slim, progresista



Quién iba a decir que Carlos Slim se iba erigir en el caudillo empresarial de la izquierda y de quienes a su vez se erigen en impulsores de una nueva transición democrática, ahora encabezada por el hombre más rico del mundo. Tuvo la visión y la inteligencia de blindar sus empresas y proyectos dominantes con un intenso cabildeo con espacios mediáticos, de intelectuales, de comunicadores progresistas —y de políticos de todos los colores—, a quienes aún les es dado condenar las privatizaciones y a los privatizadores, a condición de canonizar en sus altares al mayor número de beneficiarios del proceso. Desde esa plataforma pudo revestir de nacionalismo su eficaz resistencia a la apertura de las telecomunicaciones a la competencia internacional. Y pudo elevar su imperio a la condición del “monopolio bueno” frente a los malos de la banca y la televisión privadas. Y aquí empiezan algunos cruces más específicos entre los tres personajes. La lista de demonios empresariales que ondea AMLO no incluye a Slim y sí a quienes controlan los campos que tiene en la mira el caudillo empresarial de los buenos.


http://www.etcetera.com.mx/articulo.php?articulo=6843


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